martes, 6 de enero de 2009

El escritor

El mundo tan normal y enigmático le ha regalado la sensibilidad de deshumanizar las crueldades y humanizar los motivos que banalmente van llenando la copa donde agonizan las más sencillas de las razones que abrazan y crucifican al común de los mortales.
Sus letras son solo una pequeña gota de sangre entre el aparato circulatorio donde viajan millones de glóbulos de llantos, risas, ilusiones y desventuras que van encoladas en los días.
Su visión vive sufriendo los vaivenes que su musa caprichosa apasiona dándoles energía, diversidades, formas abstractas ante la linealidad ordinaria con que se manejan frecuentemente, quitándoles la esencia primitiva que los encierra.
Nunca se cansa de buscar el ángulo oculto donde gravita el futuro, el cual posee el secreto jamás imaginado que puede explicar los ordenes de principio y final, vida y muerte, amor y odio, fogosidad congénita que se ha ido apoderando de las acciones más disímiles de sus actos, filosofía existencial que mueve los hilos invisibles de la creación literaria como vehículo transmisor de los infinitos caminos que la imaginación mezclada con la realidad producen.
Es un naufrago en el océano de las ciudades y la cosmopolia, una alegoría de las experiencias que destruyen las ópticas más insignificantes que manipulan los ordenes establecidos, incendiando y desensibilizando el alma del planeta.
Un guerrero sin guerra porque los contrincantes no se dan cuenta que la combaten a cada segundo siendo participes sin decisión del conflicto.
Una luz entre la oscuridad del paralelismo que proyecta la existencia.
Un trozo de incomprensión que lo apuñala y acosa, que lo persigue pidiendo una explicación que no posee, porque no es dueño de los lugares ni personajes que viven en sus relatos, ni de las frases y poesías que inundan sus más sublimes inspiraciones, aunque su papel de padre de ellas desvirtúe el conocer desde que lugar del misterio llegan y hasta donde perdurarán los enunciados que las hojas amarillentas del tiempo le donan.
Vive entre la dualidad común que se ha formado a través de los minutos y los años en lo mas profundo de la raíz que lo mueve y le presta alas para que se eleve a las más altas nubes, a las más bajas profundidades, al más límpido y lluvioso cielo que no conoce cronologías ni ocasiones desperdiciadas.
Es un canto a la remembranza y al anhelo, el amante perfecto de las emociones que vibran la piel y el alma, el mas extraño de los seres que habitan el universo y a la vez el más simple grano de arena que es movido por la ola en la playa, el más volátil átomo de aire que respira cualquier ser.
Una ucronía de vida y muerte.
 
Kala Editorial