sábado, 8 de noviembre de 2008

Babel

-Dios está en el cielo, si logramos hacer una torre tan alta que llegue hasta allá seremos dioses también y no nos perderemos si fuésemos esparcidos por la faz de la tierra.
El pueblo celebra las palabras de su guía.
Las llanuras de Sinar son ahora el lugar donde viven, en ella dada la escasez de piedras y árboles han descubierto un nuevo material para construir, el ladrillo.
Presionando la arcilla húmeda en forma de bloque y cocinándolos estos después al sol o alrededor de fogatas los obtienen.
Gracias a la brea, sustituto de la argamasa para juntarlos, estos han servido para erigir hogares, graneros, almacenes, y todo tipo de edificaciones, al igual que la muralla que rodea ahora el pueblo de Babel.
Gracias a sus dotes de vigoroso cazador, y a su feroz lucha contra los animales salvajes del lugar que atacaban a las personas, Nimrod, bisnieto de Noé se ha ganado el puesto de líder.
Su aspecto feroz y fuerte ha logrado que muchos de los nómadas del lugar hallan llegado hasta la ciudad a protegerse y esta sea ahora una gran metrópolis, que deslumbra por la majestuosidad de sus edificios y es visitada frecuentemente por personas que desde lejos solo vienen a contemplar ese enjambre de edificios y murallas.
La justificación para la construcción de la torre es solo un subterfugio del líder, quien viéndose tan poderoso ha olvidado toda regla establecida y con esta acción piensa comprobarle a la gente que es tan poderoso como el creador.
A una distancia prudente de la orilla del río, los obreros empiezan a erigir esta torre, con una base de 15 nindanum aproximadamente (90m) de norte a sur y de este a oeste.
Y mientras la obra va creciendo Nimrod va edificando otras ciudades en el valle, entre ellas Erec, Acad y Calne.
Los peregrinos llegan de todos los puntos cardinales para trabajar en la construcción de tan enorme obra y el poder de su líder crece desmesuradamente convirtiéndolo en un dictador que en poco tiempo cambia las leyes legadas de sus antepasados y decreta que los hombres no deben considerar al dios de Noé como su gobernante sino que deben ser regidos por gobiernos humanos, y él es el primero de esos regidores.
Esa libertad da inicio a la diversificación de las adoraciones y el sol, las serpientes y Ba’al, comienzan a tener sus altares clandestinos en los hogares, porque el único motivo de adoración de la ciudad debe estar hacia su líder el parigual-dios y su esposa Astarté
Tanto nativos como extranjeros, nunca han conseguido dificultad para comunicarse ya que un solo idioma se habla.
Mientras más crece la torre mas ínfulas de sobrenaturalaza llenan las venas de Nimrod.
Hasta que un día, el caos se apodera de los obreros quienes intempestivamente comienzan a hablar en diferentes lenguas y a no entenderse, por lo que la discusiones se convierten en riñas y el trabajo se detiene.
El propio Nimrod, asombrado, al ver tan extraño suceso, en lo alto de la torre y en medio de una tempestad con truenos y el cielo ennegrecido, ve como sus ciudadanos comienzan a dispersarse en diferentes rumbos saliendo de la ciudad y juntándose de acuerdo a la igualdad de lenguaje entre ellos.
Esa desbandada, que corrobora sus propias palabras de ser esparcidos, tiene un solo motivo.
El Dios de Noé, su bisabuelo, ha intervenido.


Génesis, 11,1 al 9
 
Kala Editorial