sábado, 23 de mayo de 2009

El Cochivo

El horno en su máxima expresión, con sus llamas azules y amarillas compacta la sazón que los condimentos le dan al pernil, alimento tradicional en las cenas navideñas de la familia venezolana.
Pocos minutos hacen falta para que la carne tome una dureza blanda y el olor invada la casa, proporcionándonos placer ante la activación de nuestro cortex olfatorio primario, sin embargo el poco tiempo transcurrido para que el manjar culinario esté listo para deglutirlo causa extrañeza a mi esposa, quien con la experiencia de años en la preparación y coción de este, asume que la pierna introducida en el horno por su cuñada debe ser de un ejemplar muy tierno, por lo que me comenta.
-La carne de ese pernil está que se deshace, David compró un lechón.
A mi mente vienen imágenes de película, donde en un banquete el pequeño animal sobre una bandeja tiene una manzana en la boca.
Por lo que mi estomago en respuesta a eso exige probar un bocado del manjar real que significa el animal, pedimento que es complacido por mi esposa.
Cuando mis papilas gustativas entran en acción se activa una guerra en mi cerebro, ante la no concordancia de la información sensorial con el sabor que debe tener lo que en mi boca, con el nombre de lechón, se encuentra.
Por lo que exclamo.
-Esto no sabe a cochino sino a chivo.
Mi esposa me mira extrañada y me corrobora.
-Creo que eso es un lechón.
Por lo que para confirmar mis dudas gastronómicas, observo detenidamente lo que me resta en el plato por deglutir y estas crecen.
En lugar de una carne blanca propia del animal en cuestión, esta posee un color rojizo, lo que provoca que me levante del lugar donde trabajo y me dirija con ella hacia la cocina, lugar donde reposa el resto del plato navideño.
Tras abrir el horno y quitar totalmente el papel de aluminio que lo cubre, el análisis morfológico de la pierna en cuestión nos da como resultado que el mencionado animal no posee las características de un cerdo.
La extremidad es más larga y delgada y la capa de grasa que la cubre es muy escaza, además las pocas costillas que acompañan al manjar indican que el poseedor de estas es un animal más alto y estrecho.
Nos toca entonces llamar a quien compró el animal para que nos saque de dudas.
A través del altavoz del teléfono celular David nos afirma.
-Es un cochino, me lo regaló un amigo.
Ante esta afirmación hacemos un resumen de lo ocurrido.
Tiene sabor a chivo, morfológicamente parece chivo y su carne tiene todas las características de ser de este animal, pero es cochino.
Por lo que para no caer en confrontaciones en una fecha tan importante, esa noche de navidad nos conformamos con comer Cochivo, nombre con el cual bautizamos la nueva especie de animal que a mi cuñado, un amigo le regaló.
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Cochino es el nombre popular que se le da en Venezuela al Cerdo

viernes, 1 de mayo de 2009

Cerdomanía

Aldiel el cerdo vivía tranquilo en su campo, sin imaginarse que algún día sería el protagonista mas leído en los diarios del mundo.
Un día uno de los peones de su amo enfermó y como al mas flaco se le pegan los males, este lo culpó a él de su desgracia y en pocos días medio pueblo atribuía todas sus desgracias al pobre animal, que ignorante vio como un grupo de reporteros se empeñaba en que hablara su lengua, pero él solo callaba y chillaba.
Un doctor de la zona lo condenó.
-Este es el causante de todos los males del pueblo.
Como una moda novedosa del nuevo siglo, su club de fan creció y los políticos, gobernantes y todo aquel que necesitaba justificar su inoperancia lo convirtió en chivo expiatorio y en solo días, mas rápido que superman, ya Adiel y su especie era el causante de muertos, heridos, atracos, quiebras y hasta torceduras de pie de los habitantes del planeta, sin mencionar la caída de la bolsa y los precios del petróleo.
La cerdomanía ha hecho su aparición y pronto inundará las letras de los músicos, compositores, escritores e informes médicos, que se han acordado antes de diciembre de este indefenso animal, que en su campo intenta descifrar como puede adquirir y propagar una enfermedad que combina tantos elementos y pareciera que vuela tan rápido como la luz, porque se transmite de continente en continente con el pensamiento.
¿Será esta obra de Dios o de los hombres?
 
Kala Editorial